Los tres miembros de Foffo Goddy tocamos solo una vez juntos antes de ser parte de un mismo grupo. Aquello sucedió en diciembre del 2006, es decir, seis años antes de que estuviéramos de nuevo los tres en una misma tarima.
Sobre ese concierto hablaremos más tarde pero primero vámonos más para atrás, cuando éramos más niños y los vellos faciales apenas empezaban a asomársenos.
Los primos-hermanos de Symbiosis vestíamos con mucho estilo. (1997)
En el año 2000 mi hermano Juan Carlos, dos primos (Miguel y Gabriel Vargas) y yo armamos un grupo. Lo primero que tuvimos fueron los integrantes, después de eso teníamos que aprender a tocar instrumentos y comprarlos. Es decir, éramos un grupo en el que ninguno de los cuatro sabía tocar algo y tampoco tenía instrumentos.
Antes, a lo único a lo que le habíamos dado era a los redoblantes o tenores de la banda de la escuela Metodista, por la cual habíamos pasado todos en algún momento.
Mi hermano siempre cuenta esta historia en otra versión a la mía, pero hasta donde yo me acuerdo en aquel grupo inexistente el que iba a tocar batería iba a ser yo. ¡Sí señor! Había tocado timbaleta en la escuela y me la jugaba bastante bien, por lo que me sentía con suficiente derecho a reclamar el puesto sobre la banqueta.
Sin embargo, Juan Carlos, como buen hermano menor y copión, dijo que él quería meterse a clases de batería, y nunca dio el brazo a torcer. Había estado en la banda desde que estaba en preparatoria, era como un niño prodigio que servía casi que de mascota para que las mamás soltaran un tierno “aw” cada vez que lo veían dándole a un tambor de plástico en el desfile del 15 de setiembre.
El primer tambor de Juan Carlos era marca Fisher Price. Terminó destrozado. (Foto de 1994.)
Volviendo al 2000, Juan Carlos se puso a buscar ventas de baterías en los anuncios económicos. Una vez encontró una que vendían en c5.000. Llamó al vendedor y resultó ser una batería de carro, bien barata por cierto. En un segundo intento, la compra fructificó y volvió a la casa con una batería vieja marca Lazer, de c25.000. pintada de azul escarchada y una gran calcomanía de Colémesis en el parche del bombo.
Con tal de que no hubiera dos bateristas en la misma casa, a mí me correspondió ceder y aprender a tocar guitarra. Mi regalo de cumpleaños número 13 fue una guitarra eléctrica Yamaha GPX de segunda mano comprada en Heredia. Además, mis papás me regalaron un amplificador de 5 watts, de esos que uno se guinda en la faja. Eso era lo mío.
En sétimo año lo mío era peinado al estilo “Salserín”. (Foto del 2000)
Gabriel se compró un bajo que venía en un estuche de madera que parecía un ataud, mientras que Miguel decidió que quería aprender a tocar clarinete para más tarde aprender a tocar saxofón. Sin embargo al final terminó tocando teclado. Mientras tanto, el grupo que ya tenía nombre: Bachelor’s Button.
El nombre era poco apropiado para una banda que cantaba todo en español, con una identidad poco clara, nada más con la vaga idea de que lo que tocábamos era rock y ya. Así, sin etiquetas más exactas a falta de conocimiento para encasillarnos más.
Ensayábamos en mi casa los fines de semana y grabábamos en cassette, en un equipo de sonido con dos caseteras y un tocadiscos. Como no había un espacio apropiado para grabar decentemente, nos repartíamos a lo largo de un pasillo y cerrábamos el cuarto donde estaba la batería, para que no sonara tan fuerte. Ayy, tiempos aquellos…
El nombre Bachelor’s Button duró poco, antes de pasar a llamarnos Symbiosis. Así, con esa escritura.
En nuestro concierto debut, en un acto cívico del colegio, tocamos una pieza original instrumental que se llamaba Fórmula 1, y tres covers: Wipeout de The Surfaris, De música ligera, de Soda Stereo y Smells Like Teen Spirit, de Nirvana… curioso porque eran tres bandas que nunca escuchábamos.
Única foto oficial de Symbiosis, un año antes de su formación. (1999)
Luego compusimos otras piezas que se llamaba Insomnio y otra más Twister (como la película, o como el juego (cc. Colocho), o como el burrito de KFC o como un desaparecido helado de Dos Pinos).
Tocábamos con amplificadores propios y con un público reducido que se limitaba a los más compas de nosotros cuatro, de no ser por las actividades organizadas por el colegio, en el que a la gente no le quedaba de otra que oírnos en el gimnasio, en medio de actos protocolarios y demás actividades de esas que son, a final de cuentas, obligatorias.
Como Juan Carlos seguía en la escuela, mi mamá tenía que ir a llevarlo a las instalaciones del colegio cada vez que íbamos a tocar, se esperaba a que le diéramos y un rato después volvía a llevárselo. En los conciertos, como gran contribución al espectáculo, de vez en cuando tirábamos confites al público y ya. Eso era lo más interesante que hacíamos.
Después de un año de existencia, Miguel decidió dejar la banda y nos quedamos como trío: Gabriel, Juan Carlos y yo. Así seguimos componiendo canciones con letras poco inspiradoras e intercalándolas con covers que solo tocábamos una vez y luego desechábamos. En esa lista, en diferentes épocas le dimos a canciones como Entre dos tierras (Héroes del Silencio), Nothing Else Matters (Metallica), Come Togheter (Beatles), Wonderwall (Oasis), Song 2 (Blur), Zombie (Cranberries), Mama i’m Coming Home (Ozzy Osbourne) y When I Come Around (Green Day)… ah sí, y alguna pieza de Maná.
El cover más curioso que tocamos fue Fear of the Dark (Iron Maiden) , lo tocamos en un show de talentos con una sola guitarra, bajo y batería. No habrá sido la versión más llamativa de semejante pieza, pero para nuestro criterio colegial, no sonaba tan TAN mal.
En el 2002 estábamos en nuestro “mejor” momento y decidimos que era hora de grabar. Rodrigo Romero, un amigo del colegio que también tocó con nosotros un par de veces tenía un equipo pequeño pero útil para grabar algo básico. En la casa de él grabamos nuestro “demo” más decente, en comparación con el resto de piezas que teníamos registradas únicamente en cassette y en versiones de ensayo.
Así quedaron para el recuerdo dos de las canciones que más nos gustaban en aquel momento: Extinción Masiva, con letra de Gabriel y Señor Océano, con letra mía. Extinción Masiva sonó una vez en Punto de Garaje, en Radio U, mientras que de la grabación si acaso hay dos versiones físicas en discos marca Maxell con un “Symbiosis” escrito en pilot. Ahora uno escucha ambas grabaciones y resultan graciosas de principio a fin, pero como dice el popular dicho (nuevo, por cierto): “lo gracioso no le quita lo valioso”.
A finales del 2002 Gabriel ya salía del colegio y eso equivalía a acabar el grupo. Y no que fuera culpa de él, pero fue a lo que llegamos por mutuo acuerdo. Como Facebook no existía, no podíamos anunciar el final de la banda. Nunca hubo concierto de despedida ni repartición de bienes. Hasta ahí llegó Symbiosis.
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